“La musicoterapia es el uso de la música y/o de elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un terapeuta cualificado con un cliente o grupo, en un proceso dirigido a facilitar y promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, la movilización, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, con el fin de suplir necesidades de tipo físico, emocional, mental, social y cognitivo. La musicoterapia tiene como finalidad desarrollar potenciales y/o restaurar funciones del individuo de forma que él o ella puedan conseguir una integración tanto intra como interpersonal y, como consecuencia, una mejor calidad de vida a través de la prevención, la rehabilitación o el tratamiento”.
WFMT (Federación Mundial de Musicoterapia), 1996
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¿Qué es la musicoterapia?
La Musicoterapia, de forma muy resumida, es una profesión en la que se utiliza la Música (y el Sonido) para hacer Terapia.
Esto puede parecer muy obvio, ¡si es su propio nombre! pero, por experiencia, es fundamental quedarnos con estos dos conceptos para empezar.
¿Cuál es el objetivo de la Musicoterapia?
Pues, como Terapia que es, su objetivo principal está relacionado con la salud de las personas que la reciban, buscando optimizar, restaurar o mantener su calidad de vida y su bienestar.
Recordemos que el concepto de salud es muy amplio, definido por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».
Por eso, dependiendo de las necesidades de cada persona, la musicoterapia podrá centrarse en aspectos más emocionales (como la gestión del estrés), físicos (como la coordinación), cognitivos (como la memoria)… pero, al fin y al cabo, su objetivo va a estar siempre ligado a la búsqueda de ese bienestar.
¿Cómo se utiliza la Música?
Para empezar, la Música en la Musicoterapia es entendida con mucha amplitud. (De hecho, se trabaja tanto con Música como con Sonidos y los diferentes elementos que la componen).
La música y el sonido son utilizados como herramientas de la terapia, ¡hay multitud de opciones! Pero son opciones entendidas y utilizadas dentro de un contexto terapéutico en el que hay una aceptación total, no se juzga en ningún momento, todo lo que ocurra estará bien y da igual si se piensa que no se tiene una voz melodiosa o si no se sabe introducir, en algún momento, un triple tirabuzón.
Esto quiere decir que: se pueden crear composiciones propias, pero el objetivo no será que se conviertan en un HIT para la radio; se pueden aprender conceptos musicales, pero el objetivo no será aprobar un examen; se pueden tocar instrumentos, pero el objetivo no será convertirse en un intérprete profesional… El objetivo es, recordemos, buscar el bienestar, tratar la necesidad de cada persona en concreto.
De este modo, dentro de la terapia se podría escuchar escuchar determinada música para conectar con algún recuerdo, bailar para liberar tensiones, cantar canciones para expresar aquello para lo que aún no hemos encontrado, o ahora mismo nos resulta complicado, utilizar nuestras propias palabras.
Y es que la música lleva implícita una estética, una belleza particular… De hecho…
¿Tengo que saber Música o tocar algún instrumento para ir a Musicoterapia?
Rotundamente no.
Como decía, para cada uno, la música lleva implícita una belleza particular, unos recuerdos asociados, unas sensaciones…
¿Cuántas veces no hemos escuchado una canción y hemos sentido que está reflejando exactamente cómo nos estamos sintiendo? Momentos en los que estuvimos tristes y nos pusimos “esa” canción, o momentos en los que buscamos la alegría y escuchamos “esa” otra.
La música nos produce efectos a muchos niveles, también podemos recordar momentos en los que los sentimos físicamente, activándonos acelerando nuestro corazón o ayudándonos a relajarnos reduciendo nuestra frecuencia respiratoria.
Para experimentar todo esto que sentimos al escuchar, no hace falta saber música, ¿verdad?
Pues lo mismo ocurre para crearla.
E igual es aquí en donde se comprende mejor que en la Musicoterapia se trabaja con la Música, pero también con los Sonidos y con los elementos que la forman (como la melodía, el ritmo o la armonía).
Un ejemplo muy visual podría ser el estar experimentando mucha rabia. ¿Qué nos ocurre cuando la sentimos? Evolutivamente, la rabia es una emoción que existe para defendernos de las amenazas, nos activa físicamente, nos predispone para atacar, nos aporta mucha energía que tiene que ser liberada de alguna forma. ¿Igual por eso nos dan ganas de gritar o de romper cosas?
Podría ser que al hablar de esa situación que nos hace sentirnos así, aparezcan barreras (“si expreso mi rabia puedo hacer daño a la gente que quiero”, “si esto me provoca rabia es porque en realidad no soy una buena persona”…). Pero expresarse a través de la música es distinto. Independientemente de que seamos percusionistas o no, todos podemos tocar un instrumento de percusión muy rápido, o muy fuerte. Lo mismo ocurre con el piano, y da igual que no nos suene a la canción que nos gustó de Ludovico, porque ni estamos queriendo ser él ni expresar lo que él está expresando.
Queremos ser nosotros mismos y sonar como ahora mismo nos estamos sintiendo.
Entonces… ¿tengo que estar haciendo cosas con Música todo el rato?
Y la respuesta vuelve a ser… que no.
Lo principal es que el espacio terapéutico es tu espacio, tú marcas tus tiempos. Nunca “vas a tener que…” nada.
La figura del Musicoterapeuta está para acompañarte en tu proceso, para guiarte. La Musicoterapia es un proceso sistemático, en la que cada sesión es preparada con antelación y estudiada posteriormente, para que todo lo que se proponga siga siendo enfocado a aquello que se necesita. Y como son sesiones completamente personalizadas (tanto si son individuales como grupales), la metodología, herramientas, técnicas y dinámicas propuestas y empleadas también lo son.
Por eso, hay personas que pueden necesitar sobre todo hablar, o sobre todo escuchar, o sobre todo escucharse…
Como en todo proceso de la búsqueda del bienestar, habrá momentos que resulten muy gratificantes y habrá otros que vivirlos pueda ser más complicado (como si te partes un brazo y te lo tienen que escayolar: el momento de quitarte la escayola y volver a recuperar parte de tu libertad es muy motivador, pero los ejercicios de rehabilitación en los que volver a estirar el brazo después de tanto tiempo tendrán su parte dolorosa… Aunque necesaria para volver a recuperar su movilidad y tu libertad que, al fin y al cabo, es lo más gratificante de todo).
Así que no, ni “tendrás que” nada, ni el sonido y la música serán “utilizados a calzador”. Como decíamos, serán utilizados como herramientas (muy concretas, por y para ti) a lo largo de esa búsqueda del bienestar, con la ventaja del elemento motivador que conlleva el utilizarlos y la realidad que todos hemos vivido en algún momento: en ocasiones, la música llega a donde no consigue llegar nada más.
¿Cuándo se recomienda la Musicoterapia?
Como ya vimos, el principal objetivo de la Musicoterapia es buscar mejorar la calidad de vida de las personas, por eso se recomienda cuando sentimos (o sabemos) que “algo no va bien”, sepamos lo que es ese “algo” o no.
Ese “algo” puede ser a nivel emocional (“me siento estresada porque estoy teniendo que trabajar demasiado”), a nivel físico (“me acaban de operar de la rodilla, me han dicho que tengo que moverla, pero me duele tanto que no realizo los ejercicios”) o cognitivo (“cada vez estoy más despistado, se me olvidan las cosas”).
De todos modos, las personas somos un mundo y, aunque nos centremos en ese “algo concreto”, los otros niveles también son tenidos en cuenta porque forman parte de nosotros.
Vamos a ejemplificar retomando el primer caso de nivel emocional (“me siento estresada porque estoy teniendo que trabajar demasiado”): Aunque la demanda principal sea relacionada con la gestión emocional, también podría ser que ese estrés impida descansar bien por las noches, por lo que a nivel cognitivo se note que interfiere en la concentración, y podría ser que se estén adoptando malas posturas en el trabajo, que a un nivel físico lleven a experimentar dolor de espalda…
Esto es solo un ejemplo, pero a grandes rasgos es a lo que nos referimos cuando decimos que trabajamos con la persona a nivel integral.
De todos modos, es importante recalcar que la musicoterapia No es magia.
Si una persona acude porque…:
- está viviendo un duelo (por ejemplo, de la muerte de una madre), la musicoterapia no va a hacer que esa tristeza tan profunda desaparezca inmediatamente. Pero sí se procurará ser un espacio seguro, en el que la persona podrá contactar con su emoción, a su ritmo, podrá expresarse sabiendo que diga lo que diga estará bien y no será juzgada, y será acompañada por la musicoterapeuta, encontrando las herramientas con las que ir superando esa vivencia tan dolorosa.
- tiene una enfermedad (por ejemplo, alzheimer), la musicoterapia no va a hacer que la persona deje de tener alzheimer. Pero sí se buscará activar aquello que la persona siga teniendo disponible, como reforzar recuerdos e intentar mantenerlos en el día a día, trabajar con la orientación para que las personas sean conscientes de dónde están durante el máximo tiempo posible, o promover su buen humor incorporando aquello que las haga disfrutar.