¡Hola! Me llamo Sara y soy psicóloga, musicoterapeuta y profe de música.  

Esta web es la cara visible de mi proyecto Sinestesia, un espacio donde la música es una caja de herramientas para quienes busquen una forma diferente de aprendizaje musical o un espacio terapéutico dedicado a su bienestar.

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Clases de Música

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Sesiones de Musicoterapia

¿Cuál es el servicio?
Sesiones personalizadas de musicoterapia, tanto individuales como grupales, para todas las edades.

¿Qué es la Musicoterapia?
Es una profesión en la que se realiza Terapia, contando con la herramienta fundamental de la Música.

¿A quién va dirigida?
A aquellas personas que sientan que algo está interfiriendo en su bienestar. Ese algo podría ser: a nivel emocional (estrés), a nivel físico (pérdida de coordinación), a nivel cognitivo (falta de concentración)…

¿Cómo se utiliza la música?
La música se puede escuchar, cantar, bailar, tocar o incluso componer para contactar con nuestras emociones o activar aquellas partes de nosotros mismos que ahora mismo necesiten ayuda. Empleamos los sonidos, incluyendo el ruido y el silencio, para facilitar esta experiencia

¿Necesito saber música o tocar algún instrumento?
No. No es necesario tener ningún tipo de conocimiento musical porque el objetivo tampoco es aprender música o perfeccionarse con un instrumento.
La música es una herramienta en la terapia, empleándose en técnicas concretas, en dinámicas personalizadas, y siendo el medio facilitador para que ocurra y se vivencie aquello que se necesite. 

Entonces… ¿Tengo que estar haciendo cosas con música todo el tiempo?
No. A veces, hacer cosas diferentes es la manera de conseguir que cosas distintas sucedan. Nuevas perspectivas. Pero no todo es música, recuerda que es una herramienta. En ocasiones, simplemente hablaremos.
Nunca “tendrás que” nada, ni el sonido y la música serán “utilizados a calzador”. 

¿Por qué Música?
Porque ayuda a contactar y a expresar emociones para las que a veces no encontramos las palabras, o sentimos que no son suficientes. Corporalmente, la música ayuda a relajar, ¡o a activar! Y mentalmente nos conecta con determinados momentos de nuestras vidas, nos ayuda a concentrarnos o consigue evadirnos de todo aquello que nos rodea.
Hay mil ejemplos de los beneficios que la música tiene sobre las personas, (¡seguro que alguno de estos lo has experimentado!), y por eso se encuentra en los pilares de esta profesión, adaptada a aquello que necesites.

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¿Por qué «Sinestesia»?

La palabra sinestesia proviene del griego. Significa unión de sensaciones (sin- “junto”, y aísthēsis “sensación”). Justo lo contrario que la palabra anestesia con la que igual estamos más familiarizados, que sería la insensibilidad.

La sinestesia es un fenómeno fisiológico e involuntario que presentan algunas personas. Es muy curioso porque tienen asociados dos o más sentidos de forma natural. Algunos ejemplos serían ver el número 5 de color amarillo o saborear la menta cada vez que se escucha la palabra ordenador.

Esto suele llamar mucho la atención y, de hecho, poetas y literatos comenzaron a emplearla como un recurso llamado metáfora sinestésica. Luis de Góngora escribía “Con terciopelado estruendo” y, Juan Ramón Jiménez, “En el cénit azul, una caricia rosa”. Demostraron que (sin ser necesariamente sinestésicos), podemos usar la sinestesia como una herramienta para comprender lo que sentimos desde otras perspectivas y para enfatizar aquello que queramos transmitir.

Y esto es precisamente lo que vamos a buscar en Sinestesia.

El sonido y la música son inmensos, nos envuelven y nos evocan todo tipo de sensaciones en función de quiénes seamos o de aquello que hayamos vivido. Como el sonido de un tren, que puede traer el calor de la emoción por comenzar aquella aventura, o puede saber tan amargo como lo fue aquel adiós.

Muchas veces, escuchamos una canción y sentimos una conexión brutal, como si estuviese definiendo exactamente cómo nos estamos sintiendo, ¿quién no ha dicho un “parece que esta canción está hecha para mí”?. Pues, quizás, podría ser bonito que fueses tú quien la crease.

Al fin y al cabo, ¿quién sabe “a qué suena tu vida” mejor que tú?